Según cifras oficiales:
- Colombia tiene 286 instituciones de educación superior,
- El 32% (92) de ellas son de carácter técnico y tecnológico.
Solo en el año 2011, este tipo de formación representó la tercera parte de la matrícula de pregrados y posgrados, al tener una de las mayores tendencias de crecimiento anual de todos los niveles académicos.
Para analizar el estado y los desafíos de la educación tanto técnica como tecnológica, elempleo entrevistó a Daniel Aldana (D.A.), socio director de BOT Concesiones de Gerencia, una organización con experiencia en asesoría estratégica e implementación de proyectos, especialmente en el sector académico.
¿Qué caracteriza los diferentes niveles de pregrado?
D.A.: En la práctica, en el país, todavía tenemos mucha confusión sobre qué deben ser esos elementos diferenciadores de los programas técnicos y tecnológicos. (...). En sí mismos, los títulos técnicos y tecnológicos deberían ser un reconocimiento de la sociedad a un individuo que posee unas competencias tecnológicamente sofisticadas, de un alto nivel de profesionalismo y que son diferentes, ni mejores ni peores, a las que requieren desarrollase en un programa profesional universitario.
¿Cuál es la reputación social de este tipo de formación?
D.A.: Colombia es un país de escasa industrialización y escasa innovación tecnológica en el resto de sectores económicos como por ejemplo servicios y agro. Los niveles de educación técnica y tecnológica tienen un gran papel por jugar para corregir esa carencia.
¿Colombia puede desarrollar instituciones de profunda vocación técnica y tecnológica?
D.A.: En Estados Unidos, los community colleges (CC) fueron fundamentales para superar la etapa del posconflicto de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día tienen un número de estudiantes, cercano a 11 millones, y el principal enunciado estratégico es que los CC no hacen investigación y se concentran en la función de formación de los estudiantes. En Colombia, por el contrario, estamos muy confundidos. (...) Hay muy pocas instituciones técnicas y tecnológicas que comprenden su papel estratégico, más alineado con el desarrollo de competencias tecnológicas en sus alumnos requeridas por empresas innovadoras. (...) Creo que el país debe corregir el camino, pero es obvio que el propósito fundamental, en una primara etapa, debía ser la cobertura.
Muy pronto debemos cambiar de prioridad para lograr una profunda calidad de los programas técnicos y tecnológicos. Ahora, el sector empresarial tiene jalonar esta necesidad, porque el sector público tan solo puede llegar hasta cierto punto.
¿Cuál cree que es el futuro de este tipo de formación en Colombia?
D.A.: Los niveles de educación técnica y tecnológica seguirán siendo subvalorados en el país, hasta cuando no desarrollemos una que sea verdaderamente diferenciadora en lo tecnológico, en el aporte de innovación y se siga enfocando simplemente como un profesional universitario con menores capacidades y menores semestres de estudio. Es fundamental que como parte de los esfuerzos del Sistema Nacional de Competitividad, en un trabajo integrado entre los empresarios y el Gobierno, avancemos hacia una economía basada mucho más en la tecnología y en la innovación.
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